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Cómo perder peso y volumen sin hacer dieta

Las 12 cosas que he implementado en mi vida diaria con las que lo estoy consiguiendo. Y no es hacer una dieta estricta. Son hábitos sencillos que ayudan a perder los 3 dichosos kilos de peso y a deshinchar el volumen.

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Nunca he hecho dieta, afortunadamente. Siempre he considerado que he tenido suerte con mi peso y mi cuerpo y me he podido permitir muchos caprichos. Pero la edad pasa para todos. Y los cambios. A partir de los 30 y especialmente desde que fui madre, noté como mi cuerpo ya no era tan resistente como cuando tenía 20. Como una antesala a los cambios que me esperen en los 40, que ya voy por la mitad del camino. Y todo lo que antes no me pasaba factura, ahora me la pasa. Y con intereses. En el confinamiento me dediqué, como mucha parte de la población, a experimentar con la pastelería. Y los bizcochos y pasteles de arándanos y chocolate subieron en la báscula. Resultado de partido: +3 kg.

Antes me costaba muy poco trabajo perderlos y ahora, me las veo y deseo para hacerlo. No es como para hacer una dieta. Coger unos kilos de más no tienen por qué suponer someterse a una dieta estricta porque, realmente, no son un problema. Pero si me noté ciertamente más pesada, menos ligera y algo más incómoda e hinchada porque he ganado también algo de volumen. En definitivas cuentas, quería volver a mi peso habitual. La dieta no era la solución, pero sí lo era la constancia y algunos cambios sencillos de implementar en los hábitos diarios. Y los comparto, por si tú estás en mi lugar y no sabes ya qué hacer para deshacerte de ellos.

Había muchas cosas que sabía que tenía que empezar a cambiar. Como el desayuno, el consumo de determinadas cosas como el azúcar o las cantidades de consumo. Y eso fue lo que hice. Por supuesto, el deporte era otro pilar fundamental.

Estas fueron las 12 cosas primordiales que cambié radicalmente. Me costó, pero ahora, tras varias semanas en marcha, ya es más sencillo.

  1. Cambié las galletas del desayuno por tostadas integrales.
  2. Y también cambié la deliciosa mermelada por AOVE, que también tiene su punto.
  3. Reduje drásticamente el consumo de azúcar, con los cambios de humor y dolores de cabeza que me conllevó al principio. Pero lo hice. Tuve que pasar un pequeño tramo de “síndrome de abstinencia”. Todo controlado (aún hoy lo tengo).
  4. Reduje el consumo de sal con mezclas de especias. Porque eso también era otro punto importante. Me gusta la comida deliciosa y salada pero me estaba pasando. A cambio, no renuncié a lo de sabroso, porque empecé a elaborar mis propios condimentos para añadir sabor, a base de mezclas de especias como el pimentón, el orégano o la albahaca.
  5. Cambiar el picoteo por fruta. Una de las cosas casi más importantes. Y es que a media mañana, mi cerebro pide guerra en forma de chocolate. Lo tuve que remediar con fruta. Aunque también con alguna tostada integral con jamón o un puñado de frutos secos.
  6. Me hice mis propios snacks para ver pelis (como las pipas de Calabaza con sabor tijuana). Y adiós a las bolsas de patatas fritas, claro.
  7. Reduje la cantidad de los platos y empecé más veces en el día. Varié la cantidad y añadí alguna comida más, como la merienda, con cantidades ligeras que hacían que me saciara pero no llegara a estar pesada. Y al comer después en menos tiempo, mantenía la sensación de hambre a raya.
  8. Hice las cenas más ligeras
  9. . Y con ligera me refiero a LI-GE-RA: más ensaladas y menos risottos.
  10. Pido Glovos, sí, pero pido comida saludable. Me he vuelto muy fan de sitios como Honest Green, las mil y una propuestas de Pokes o Cyrclo, con comida sana y muy variada.
  11. Retomé el ejercicio: poco, pero intenso. Y digo retomé porque la constancia no está entre mis puntos fuertes y es algo que tomo y dejo con frecuencia. Esta vez, tengo que intentar alargar el período un poco más y para que no me aburra, en vez de hacer largas sesiones de ejercicio en las que terminaba agotada para los siguientes 3 días, comencé a hacer sesiones mucho más cortas pero también, mucho más intensas. Los ejercicios de fuerza, los que mejor me están ayudando a tonificar la masa muscular.
  12. Cambiar la mentalidad de sólo cardio por cardio + fuerza (especialmente fuerza y tonificación).
  13. Intentar dormir más y mejor. Y está demostrado: si estoy más descansada, tengo mejor ánimo. Y si tengo mejor ánimo, hago más deporte, tengo más ganas para cocinar y cocino más rico y saludable.
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Como habrás visto, no es una dieta. No como lechuga en días alternos ni piña cuando hay luna llena. Sólo intento ser constante y coherente con las cosas. Y del mismo modo, ser realista. No pretendo ser quien no soy. Y oye, funciona.

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